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QUÉ PIENSA LA MUJER MALTRATADA






El maltrato doméstico es un proceso doloroso con consecuencias psicológicas que se pueden mantener de por vida.

Nadie puede predecir que su pareja se vaya a convertir en un maltratador, y en muchas ocasiones, su comportamiento previo al inicio del maltratato, ha sido tan "encantador" que confunde tanto a la persona maltratada como a su entorno.

Hay que tener en cuenta que el maltrato avanza por una serie de fases, que van unidas a un cambio de la percepción de la situación por parte de la víctima, que se aleja de la realidad, minimizando o negando la situación. A continuación vemos las fases del maltrato:


1ª FASE


NEGACIÓN O MINIMIZACIÓN DEL PROBLEMA: "tenemos nuestros más y nuestros menos, en todas las parejas hay roces".

AUTOENGAÑO Y JUSTIFICACIÓN DE LA CONDUCTA VIOLENTA: "El maltrato es mucho más que recibir de vez en cuando una patada o un empujón, o los insultos, a mi no me pasa lo que a esas mujeres que salen por la tele"

JUSTIFICACIÓN DE LA CONDUCTA VIOLENTA: "Mi pareja es muy pasional y a veces se deja llevar por el enfado. su intención no era hacerme daño sino hacerme ver que tenía razón"

ATENCIÓN SELECTIVA A LOS ASPECTOS POSITIVOS DE LA PAREJA: "Él es mi único apoyo en la vida. Adónde voy a ir con mis hijos y quien me va a querer más que mi pareja"

FASES DEL MALTRATO Y RESPUESTA EMOCIONAL

La violencia doméstica es una conducta de carácter crónico que tiende a incrementarse en frecuencia e intensidad. Por ello, la mujer maltratada intenta activamente superar su situación. Muchas, al inicio de la violencia optan por separarse, pero muchas otras permanecen con su agresor.

Al igual que las fases del maltrato van variando hacia una intensificación, la respuesta emocional de la víctima también varía:

FASE DE INICIO Y REITERACIÓN DEL MALTRATO

Al comienzo de la relación, si el maltrato surge de forma sutil e incluso imperceptible para la víctima (gestos aislados de desprecio, frecuentes desvalorizaciones, conductas de control excesivo), la víctima lo puede considerar algo normal dentro de la vida de pareja. Este fenómeno se llama fenómeno de acomodación al maltrato y la víctima, desde una perspectiva cognitiva niega o minimiza los malos tratos que sufre así como la victimización, restándole importancia.

Si la violencia se plantea desde un principio de forma explicita, uno de los factores que puede contribuir a que la mujer permanezca con el agresor es la esperanza de que si ella se sacrifica y esfuerza, logrará una relación armoniosa con la pareja. Este esfuerzo, que nunca resulta eficaz es el aspecto central de la teoría de la trampa psicológica. En estas circunstancias la mujer atiende de forma selectiva a los aspectos positivos de su pareja para justificar su comportamiento violento, e incluso se considera en cierto modo responsable de la ira de su pareja.

La víctima en esta fase presenta un acostumbramiento progresivo al maltrato y la esperanza y deseo de que cese el maltrato

 

FASE DE INTERMITENCIA ENTRE EL BUEN Y EL MAL TRATO


Una vez establecida la violencia crónica, entremezclada habitualmente con arrepentimiento y ternura, puede producirse en la víctima una situación de dependencia emocional: el apego paradójico. En este caso la intermitencia entre el buen y el mal trato lleva a la víctima a considerar que debe seguir luchando para que su pareja cambie, y puede sobrevalorar la posibilidad de que este cambio ocurra. En esta fase puede seguir culpándose por provocar la ira o por no saber tratar a su pareja. En la víctima aparecen diversos síntomas psicopatológicos y estrategias de afrontamiento inadecuadas (abuso de fármacos, consumo de alcohol, aislamiento social y familiar)

Presencia de psicopatología, dependencia emocional y probable abuso de sustancias


FASE DE MANTENIMIENTO INTERMITENTE DURANTE AÑOS


Ya, cuando la víctima se siente muy mal y se da cuenta de que la violencia continuará e incluso es cada vez más intensa, ve la situación como incontrolable: ha perdido la esperanza en el cambio y desconfía incluso en su propia capacidad para abandonar la relación. Siente desesperanza e indefensión, con lo que se producen síntomas de depresión, baja autoestima, trastornos de estrés, trastorno de estrés postraumático e incluso ideación suicida).

Algunas mujeres continúan "autoengañándose", y achacando la violencia de su pareja al estrés laboral, consumo de alcohol, dificultades con la educación de los hijos, o "sus prontos". Igualmente la víctima se centra en los aspectos positivos de la stuación: estabilidad económica, disfrutar de periodos de tranquilidad, lo que constituiría una variante del síndrome del emperador

Desesperanza. Resignación y lealtad adaptativa hacia el maltratador

REACCIONES EMOCIONALES DE NIÑOS EXPUESTOS A VIOLENCIA INTERPARENTAL

EFECTOS DIRECTOS DE LA EXPOSICIÓN A LA VIOLENCIA


Los estudios muestran que los niños expuestos a violencia conyugal presentaban problemas de internalización (ansiedad, depresión, miedos) o de externalización (rabia, agresividad, fugas de casa). Estos problemas afectan a su capacidad de empatía, de interpretación de relaciones sociales, el establecimiento de relaciones interpersonales, resolución académica, e igualmente afecta a sus estudios y su integración social.


Los niños que viven en una situación de violencia familiar a menudo no hablan sobre ello y sólo puede ser detectada esta dinámica por síntomas muy sutiles. Estas respuestas de los niños se clasifican en tres áreas:


a) respuestas y actitudes acerca de la resolución del conflicto

b) transferencia de responsabilidad por la violencia

c) conocimiento y competencias para poderse confrontar con los incidentes violentos. 

Los niños que crecen en familias violentas aprenden a resolver los conflictos utilizando la violencia, considerando la violencia como una forma efectiva de mantener el control y el poder.

Estos niños pueden asumir una responsabilidad exagerada, creyendo que su comportamiento es el responsable de los conflictos parentales o que deben prevenir la violencia distrayendo al ofensor y protegiendo a la víctima

 

REACCIONES EMOCIONALES DEL NIÑO MALTRATADO


En los niños más pequeños, las consecuencias de la exposición al conflicto intraparental puede producirse en agresividad, ansiedad, baja autoestima, confusión, culpa, depresión, inseguridad, aislamiento, reacciones de evitación y vergüenza.

Muchos de los problemas emocionales de estos niños están relacionados al código de silencio impuesto, que dicta que el abuso no puede ser relevado a personas ajenas a la familia. Una de las reacciones comunes es la vergüenza por el secreto. Por esta razón no suelen traer amigos a casa y se muestran confusos al ver lo diferentes que son a vida de sus compañeros, haciéndoles sentir desprotegidos. Algunos mantienen la fantasía de que alguien descubra la situación y les salve.

El niño puede sentirse responsable de la seguridad de su madre, adaptando su vida para protegerla, es por ello que a veces reciben el diagnóstico de "fobia escolar", ya que no quieren dejar solas a sus madres.

La imprevisiblidad de los episodios violentos hace que el niño experimente ansiedad y miedo hacia el siguiente. Los niños más pequeños pueden no querer separarse de sus padres y muchos de ellos tienen innumerables miedos: a la oscuridad a dormir solo, miedo a las armas, a perder el control, etc. La inseguridad sentida perjudica la regulación de sus emociones por lo que tienen elevados niveles de reactividad emocional lo que les ocasiona dormir sobresaltados, en estado de alerta. 

La ambivalencia de sentimientos hacia los progenitores, hace que algunos puedan echar en falta a su padre y preocuparse por su bienestar, al tiempo que sienten miedo de él. Con la entrada en la adolescencia, la mezcla de sentimientos por la madre es algo que les perturba, pueden sentir simpatía y apoyo, pero se sienten resentidos y no las respetan debido a las elecciones que éstas tomaron en el pasado. 

La experiencia de exposición a la violencia afecta a la autoestima del niño y su confianza en el futuro y en los otros. Por otro lado el aislamientos de muchos de estos niños, como estrategia del ofensor para evitar el conocimiento de la situación, disminuye las oportunidades de desarrollar sus intereses extracurriculares y amistades fuera del sistema familiar.